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Nuevas miradas para el cine español

Javier Cámara: «En este país se olvida muy pronto»

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Ángel Caballero/Mira a cámara
Había trabajado en teatro, series de televisión y cine, pero su gran oportunidad le llegó cuando le propusieron protagonizar 7 Vidas. La serie fue un éxito y, para celebrarlo, Almodóvar le regaló un papel que cambiaría su vida y le otorgaría una fama mundial, gracias a la película Hable con ella. No menos importantes fueron las que siguieron a ésta. La mala educación, Torremolinos 73, La torre de Suso o Los girasoles cielos, lo convirtieron en uno de los actores más respetados y queridos de la profesión. Estos días, Javier Cámara afronta un nuevo reto al subirse a las tablas del María Guerrero con un texto de Tom Stoppard titulado Realidad.

 
Mira a cámara: Hacía mucho que no te veíamos sobre las tablas. ¿Te asustaba volver al teatro?
Javier Cámara: No, ha sido por circunstancias de la profesión. Hay momentos en los que uno piensa que tiene cierta capacidad para elegir proyectos y con el paso del tiempo te das cuenta de que son otros los que, con sus ofertas de trabajo, van decidiendo lo que vas a hacer. Siempre me ha encantado el teatro pero, de repente, se cruzó en mi vida el cine y la televisión y decidí ver por dónde me llevaba ese camino.
M.a.c: ¿Y qué tal el reencuentro? ¿Resulta más fácil para el actor maduro y curtido que eres ahora?
J.C: Recuerdo que, hace muchos años, cuando hacía una de mis primeras figuraciones (en El caballero de Olmedo), le confesé a Encarna Paso, antes de salir a escena, que estaba asustado. Le pregunté: “¿Va a ser siempre así?” Y ella me respondió: “Prepárate, cariño, porque va a más”…
M.a.c: Falta menos de una hora para que empiece la representación. ¿Cómo te preparas para salir a escena?
J.C: Suelo hacer unos ejercicios de voz, estiro un poco el cuerpo y hago un pequeño calentamiento.
M.a.c: ¿Cómo preparas tus personajes?
J.C: Depende, hay personajes con los que he llegado hasta donde he querido y otros a los que, ni siquiera, he olido. Nunca pienso si el personaje que voy a interpretar es para cine, teatro o televisión, lo único que hago es volcarme en ellos para disfrutarlos. Hay algunos que nacen del vestuario, de su forma de andar o del guión:  para todos  los personajes tengo que investigar dentro de mí mismo; observo a la gente de la calle, escucho música o leo. Yo pienso que para componer bien un personaje hay que dedicarle un tiempo  mas que prudencial, leer muchas veces el guión y conectar  necesariamente con tus compañeros y con el director para ver cómo es el trabajo que  se está haciendo en común. Aunque, sin duda lo más importante es confiar en los demás y ser moldeable, porque si vas con una propuesta a un director y resulta que no le gusta, hay que saber escucharlo y ser capaces cambiarla. El director dirige. Así que hay que hacerle caso. Es necesario confiar
M.a.c: ¿Necesitas al público para vivir?
J.C: El público es el tercero en discordia y sin ellos no existiría nada de esto porque el acto teatral consta de un protagonista, un antagonista y alguien que los observa. Luego, hay otro tipo de público que está más relacionado con tener una cierta fama. Esto es algo de lo que muchos intentamos huir, evitando los lugares masivos y que la gente te mire; pero al final, aunque estés en un estado de semi inconsciencia, siempre hay alguien que se te acerca para recordarte que eres un personaje conocido.
M.a.c: Dejaste 7 Vidas cuando estaba en uno de los puntos más altos. ¿Hay que saber bajarse del tren?
J.C: Es que pasó otro tren llamado Hable con ella, que no era ni mejor ni peor que 7 Vidas, pero estaba pintado de otros colores que me atraían más. Me habría encantado estar hasta el final de la serie pero era casi imposible compaginar las dos cosas y tuve que decidirme por una. Por suerte, rehicieron el casting y funcionó muy bien e incluso con más audiencia. Estas cosas son importantes para darnos cuenta de que no somos imprescindibles.
M.a.c: ¿Qué crees que le falta a la actual parrilla televisiva?
J.C: Más ambición por parte de los productores y, sobre todo, menos tendencia a que la publicidad sea lo más importante. Yo creo que el espectador es mucho más inteligente si, en vez de subestimarle, le ofrecemos un contenido de calidad. Tenemos una televisión inundada de cosas vacías que hace que la gente la utilice para desconectar y no para conectar. Yo enciendo el televisor para aprender, ver cosas interesantes o disfrutar de alguna buena entrevista. El problema es que ya no se emiten entrevistas de más de cinco minutos y la mayoría de programas prefieren que hagas una gracia a que hables de algo con un mínimo de profundidad o seriedad. Tendría que haber más espacio para las nuevas tendencias y los nuevos creadores.
M.a.c: ¿Cómo ves a las nuevas generaciones de actores?
J.C: Muy bien, aunque creo que están demasiado preocupados por hacer televisión y cine, y quizás se olvidan un poco del teatro. En mi generación, nuestro sueño era poder hacer teatro, y no se nos pasaba por la cabeza salir en una serie de éxito.Bueno, al menos a mí me parecia mas que dificil. Lo mejor que le veo a esta nueva generación es que parece que dominan bastante bien los idiomas, cuidan su cuerpo y su mente, y hay muchos que le dan mucho valor a la formación, y nunca dejan de aprender y formarse. En realidad, nosotros tampoco éramos tan distintos.
M.a.c: ¿Esta profesión te ha dado todo lo que querías?
J.C: Es que yo no quería nada.  O al menos tanto como he recibido Nunca he sido una persona muy ambiciosa, ni mitómano con los personajes que quería interpretar. Toda esa introspección de pensar en qué personaje me gustaría hacer, yo la soluciono poniéndome a trabajar con mis compañeros y un director. Creo que nuestro trabajo es mas sencillo si intentas dejarte  moldear.
M.a.c: ¿Podríamos decir que te nutres de tus compañeros?
J.C: No soy nadie sin la mirada del otro, porque es lo que me hace olvidar para quién trabajo, cuánto voy a cobrar o quién lo está viendo. Cuando dicen “acción” o se levanta el telón empieza a suceder algo mágico para lo que ya hay que estar preparado. Uno tiene que llegar preparado, listo para el juego, con todo a punto. Entonces tienes delante una mirada que te hace una pregunta a la que tienes que responder con la mayor credibilidad,  sinceridad y conocimiento del texto. A veces es muy difícil y otras es muy sencillo. Debería ser sencillo.
M.a.c: ¿De dónde sacas el valor para atreverte a hacer eso?
J.C: No lo sé.  No creo que sea valor. Ni siquiera riesgo. Quizá el dejarte en manos de alguien  y que haga contigo lo que quiera, me refiero a los directores, puede que se considere un ejercicio arriesgado, sobretodo cuando la confianza en ellos no es la adecuada.
M.a.c: ¿Te relacionas mejor con los compañeros o prefieres a gente que esté fuera de la profesión?
J.C: La mayoría de mis amigos son actores. Llevo muchos años trabajando y es inevitable que en rodajes en los que pasas muchos meses, o incluso años, juntos, nazcan nuevas amistades. Soy muy curioso con el mundo de los demás y me cuesta muy poco plantear nuevas amistades.  Pero también los hay de la infancia y de otros ámbitos, claro…
M.a.c: ¿Eres un buen espectador?
J.C: Soy muy buen espectador. Veo mucho cine, teatro y televisión. Me gustan mucho las historias que hablan del teatro, como Eva al desnudo, Vania en la calle 42, Rosencrantz y Guildenstern, El crepúsculo de los dioses… Son películas fantásticas. Y ver a amigos haciendo grandes trabajos me emociona y lo celebro.
M.a.c: Nunca has comerciado con tu intimidad…
J.C: Es que considero que es horrible y hace de tu trabajo algo banal. Yo trafico con mi creatividad y el conocimiento que tengo de la profesión, pero nunca con mi vida privada. Tengo que ser un secreto para los demás porque quiero que la gente se crea mi trabajo, y,  para eso,  hay que estar detrás de los personajes.
M.a.c: ¿Cuáles han sido los momentos más emocionantes de tu carrera?
J.C: La mayoría de las veces tienen que ver con las situaciones en las que lo paso mal, estoy nervioso, y al final, pienso: que alivio, ya lo hemos hecho. Imagino que los momentos emocionantes son cuando uno recibe premios, te halagan, conoces a gente interesante. En ese sentido, he hecho películas que han recorrido el mundo y ha sido muy gratificante, pero también fueron muy emocionantes las clases de historia del arte con una profesora que se llama Lourdes Ortiz, o una tarde ensayando la función El pícaro, aventuras y desventuras de Lucas maraña,  vino Fernando Fernán Gómez para hablarnos del teatro del siglo XVII., montones de momentos que nada tienen que ver con el éxito profesional, sino con sensaciones mas intimas y personales, no sé…
M.a.c: ¿Es una losa envejecer?
J.C: En absoluto. Quiero ver como cambio física y mentalmente, y descubrir hacia donde voy. Yo tuve un abuelo muy mayor que murió con ochenta y nueve años. Mi familia siempre me dice que nos parecemos mucho y ojalá algún día llegue a ser como él.
M.a.c: ¿Te da miedo caer en el olvido?
J.C: Creo que este es un país que olvida muy pronto. Olvidamos a nuestros maestros y a nuestros padres. Hay gente como Fernando Fernán Gómez o José Luis López Vázquez, que se nos están yendo con mucha rapidez y son los que han labrado nuestra profesión, nuestras películas, nuestro arte… Estamos muy atentos a lo más novedoso e innovador y olvidamos que hay gente que ha hecho cosas maravillosas, que ha cambiado este país y que son claros ejemplos de continuidad. Seamos unos humildes herederos de su arte y de su escuela, o al menos intentémoslo dignamente

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Written by miradaacamara

16 febrero, 2010 a 6:43 pm

Publicado en Actualidad

2 respuestas

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  1. […] conocido a mucha gente…es como abrir una enciclopedia de la que nunca terminas de aprender. Javier Cámara es otra de las personas más interesantes que he conocido. Es un actor muy inteligente, intuitivo y […]

  2. […] te gustaría poder pasar un día? G.L: Me tomaría un café con John Malkovich, almorzaría con Javier Cámara y luego me iría de cañas con Raúl Arévalo. M.a.c: Te has olvidado de la cena… G.L: Me […]


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